miércoles, marzo 10, 2010

Dejemos que las instituciones funcionen



Desde hace varios meses he estado recibiendo insistentes llamadas a mi teléfono celular. Inicialmente llamaban y cortaban inmediatamente. Al responder a la llamada perdida, una voz metalizada indicaba que el número telefónico no existía. Para mi resultaba obvio que las llamadas eran enviadas a través de conversores de celulares o "celulink", probablemente para ofrecerme algún producto o servicio, por ser cliente "Premium", "Gold" o "Platinium" de alguna institución.



A medida que transcurrían los meses, los llamados eran cada vez más frecuentes, llegando a recibir hasta tres llamadas diarias. Siempre era lo mismo, la llamada, contestar y posteriormente comprobar que la comunicación se había cortado.



Finalmente, después de varias decenas de llamadas nonatas, por fin escuchaba una voz humana al otro lado del auricular. Era la oportunidad de satisfacer mi curiosidad incrementada por el pasar de los meses y conocer la identidad del personaje desconocido que llamaba y cortaba sistemáticamente a mi teléfono móvil, no respetando horarios o días de la semana.



La voz preguntó por un señor cuyo nombre era completamente desconocido para mí hasta ese momento. La respuesta inmediata fue "equivocado" y mi descortés interlocutor, sin decir agua va, colgó inmediatamente la llamada. Nuevamente quedaba en penumbras.



Los ring tones aumentaban, a pesar de indicarles a los que consideraba en esos momentos "mis enemigos" que estaban equivocados, que mejoraran sus datos y que no siguieran llamando. Nada, la situación no cambió y continuaron las insistentes llamadas.



En algún momento de lucidez cambié la estrategia y pregunte ¿De parte de quien? La respuesta era obvia. Se trataba de una empresa de cobranza que trabaja para compañía de retail en Chile. Con dicha institución no tengo vínculo, y por algún motivo tenían asociado mi número telefónico privado con los datos del supuesto deudor. Justamente es ahí donde empezó el calvario meses atrás, Esos "horrores" que se cometen a diario en nombre de las tecnologías y los procesos, pero que en realidad son productos de personas sin las adecuadas competencias, me despiertan temprano los fines de semana, interrumpen mi descanso y vida familiar e importunan mi trabajo diario.



Como las llamadas persisten y ha sido imposible solucionar "mi problema" que causaron otros, recurrí a la estrategia del ex Presidente Lagos y estampé una queja en la página web del Servicio Nacional del Consumidor.



Espero sinceramente que en este país las Instituciones que controlan funcionen, o empiecen a funcionar y ojalá el 97430206 deje algún día de molestar.

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