lunes, abril 25, 2011

Gracias por llamar

Esa fue la frase que la contestadora telefónica me respondió antes de cortar la llamada del servicio de atención a clientes de mi ISAPRE, el jueves pasado al medio día.

Pero todo esto comenzó una semana antes, cuando debido a un chequeo de salud, acudí al médico internista, quien me solicitó una serie de exámenes. Lamentablemente, al pedir hora, me enteré que uno de los exámenes que debía hacerme no tenía “código” asignado, algo así como un número que debe dar el sistema de salud pública al procedimiento. Si no está con su número, entonces hay que pagarlo al contado y prender un par de velitas para que te lo cubra el seguro de salud.

Como el valor del procedimiento en cuestión no era una bicoca, traté de averiguar telefónicamente si reembolsaban, al menos alguna parte del oneroso estudio. Ágilmente, teclee la dirección web de la compañía, y en un dos por tres tenía en mi poder el número 600 del Call Center.

Disqué el 600-818-0000. Una de esas máquinas contestadoras IVR (Interactive voice response) me contestó la llamada con una dulce y sensual voz de una fémina anónima. Amablemente, la maquinita comenzó a guiarme a medida que avanzaba por sus menús.

Marco el número “UNO” reservado solamente para los “clientes”.

Mi electrónica asistente me ofrece una serie de opciones entre ubicación de las sucursales, licencias médicas, mi plan de salud y otro tipo de servicios que presta esta moderna e innovadora institución. Al final y como última opción, total el que paga soy yo, me ofreció la posibilidad de contactarme con algún humano a través del número “CERO”.

Presiono el “CERO” del teclado de mi teléfono. Al otro lado, la sensual voz solicita que me identifique. Ingreso el número que me ha acompañado gran parte de mi vida. Después de ingresar mi identificación y sin olvidar de reemplazar la “k” por el número “1”, la sensual operadora virtual con su cálida voz me contesta amablemente:

“Estimado cliente, le agracemos nos contacte en nuestro horario de atención, de lunes a viernes entre las 8 y 22 horas, o en nuestro sitio web.

Gracias por llamar”


Fin de la llamada y corte de la comunicación.

Después de salir de mi sorpresa por la insólita respuesta, revisé la fecha y hora del computador para comprobar que efectivamente era un día jueves cerca del medio día, y no estaba en presencia de una alteración del espacio – tiempo, quizás una especie de efecto mariposa. Total, en estos tiempos, uno nunca sabe, sobre todo cuando falta tan poco para el 2012.

Habiendo salido del desconcierto inicial, mi mente rápidamente giro a un pensamiento culposo. Seguramente había cometido un error al no haber elegido correctamente las opciones que la máquina me indicaba. Estamos tan acostumbrados a creer que detrás de estas Instituciones y sus tecnologías, hay “mentes brillantes” haciendo bien su trabajo y tomando decisiones correctas, que la única opción es que nosotros, individuos anónimos nos hayamos equivocado.

Afortunadamente para mi ego, pero lamentablemente para mi cuenta telefónica, después de varios intentos y siguiendo distintas ramas del árbol de menú, siempre llegué al punto donde la asistente digital, amablemente me invitaba a llamar en horario hábil, cortándome después la comunicación.

Hoy en la mañana llamé nuevamente y el sistema funcionaba correctamente. Probablemente era el inicio de la celebración de Semana Santa.

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