lunes, octubre 25, 2010

Reflexiones


Para aquellos que nacimos en la medianía del siglo XX, nos ha tocado vivir en un punto de inflexión entre un antiguo orden y un nuevo mundo. Quizás es lo que denominó Toffler en 1979, como la "tercera Ola", es decir el cambio de 200 años de industrialización, hacia la era de la información y la globalización.

En su libro, Toffler postulaba que como toda transición, esta no estaría exenta de dificultades, dado que quedarían en el pasado elementos que habían sido transmitidos de generación en generación y que se consideraban inamovibles, una suerte de verdad absoluta o universal. En definitiva se evolucionaría a un estado distinto dentro del desarrollo de la civilización, donde probablemente las bases que nos habían sostenido tenderían a fracturarse.

Somos por tal motivo, una generación afortunada, ya que hemos sido espectadores en primera línea de acontecimientos históricos que han cambiado, espero que para bien, el rumbo de nuestras vidas.

Nos tocó pasar desde una sociedad más calma, hacia un período de cambios que se inauguró con dos explosiones nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, para seguir con la denominada guerra fría, sus bunkers y arsenales nucleares.

Transitamos de las válvulas de vacío, a la miniaturización con los transistores y circuitos integrados. Presenciamos todo el desarrollo de la electrónica, los satélites y las comunicaciones. Nos tocó el auge de la telefonía celular y vimos como esta desplazó en poco tiempo a los teléfonos fijos, quienes perdieron definitivamente su hegemonía centenaria.

Tuvimos el privilegio de participar en vivo en la última, más grande y espectacular exploración del hombre, el espacio. Vimos de niños el alunizaje y probablemente presenciaremos de adultos la llegada a Marte.

Hemos vivido la era de los computadores en todos sus tamaños, formas y colores, y como poco a poco se fueron interconectando entre sí, para llegar finalmente al nacimiento de la internet. Poco tiempo después, pasamos desde las cartas, sobres y estampillas, el correo aéreo en papel semitransparente con filigrana azul y roja, y el telegrama con sus "stop", al correo electrónico, chat, mensajería de texto, video conferencia y twitter.

Nos tocó transitar del concepto de bien "durable" al "desechable". Aquel que sabemos que, al comprarlo, solo permanecerá con nosotros algún tiempo y será más barato reemplazarlo, que recomponerlo.

Transitamos desde un tiempo donde la siesta era una tradición, a hoy, donde el almuerzo es de pasada y ojalá lo más rápido posible. Una sociedad apurada y que no necesariamente conoce el origen de ese apremio.

Hemos visto el declive de imperios en occidente y el nacimiento de otros en oriente. La descolonización de África, sus hambrunas y revoluciones. Las guerras de Corea y Vietnam y en los últimos años, directo por televisión el conflicto de los Balcanes y el Golfo Pérsico. La construcción y caída del muro de Berlín y todo lo que significó para la antigua Unión Soviética, Cuba y sus misiles, la primavera de Praga, la guerra de los seis días, la crisis del petróleo, Afganistán e Iraq, las torres gemelas y tantos otros acontecimientos, que para la mayoría de las personas vivas son solamente parte de la historia.

En nuestro país también tuvimos severos conflictos internos, que traspasaron nuestra generación e impactaron a nuestros hijos y probablemente afectarán a nuestros nietos. Tuvimos dos de los cinco terremotos medidos más importantes de la historia y estuvimos al borde de enfrentamientos armados con nuestros vecinos del norte y del este.

Por todo lo anterior, somos definitivamente parte de una generación que construyó una sociedad donde se cuestiona, se discute y muchos conceptos que creíamos incuestionables, ahora son relativos. Un mundo donde, en algunas ocasiones, es necesario introducir nociones de "Bioética" para orientar donde se encuentra la frontera entre lo correcto e incorrecto.

Pertenecemos a un mundo globalizado, donde algunas veces se valora más la inmediatez de un post en alguna red social o el término de una relación sentimental a través de un sms, por sobre una simple conversación, una mirada sincera y un fuerte apretón de manos. En este mundo paralelo, algunos han creado su propio avatar, ocupando para ello el manto y la protección que les entrega la tecnología.

Sin embargo, como en toda transición, los años que nos han tocado vivir tienen muchas cosas buenas y otras no tanto. Yo soy optimista del futuro, creo en el ser humano y sigo pensando lo afortunado que hemos sido al haber vivido un cambio de esta naturaleza, haber sido capaces de aprender, adaptarnos y sobrevivir al proceso.

"The illiterate of the 21st century will not be those who cannot read and write, but those who cannot learn, unlearn, and relearn." (Alvin Toffler, Rethinking the Future)