viernes, julio 03, 2009

Amigos en lo Alto


Este verano fue algo especial. Así como relaté mi experiencia en el camino hacía el Parque nacional Fray Jorge, también ocurrió un hecho especial y distinto en una pequeña localidad pre cordillerana de nombre “Alto del Carmen” . Este pueblo es conocido por muchos por su pisco de igual nombre y por algunos menos, por el proyecto “Pascua Lama” y sus glaciares.

Alto del Carmen es un pueblito al oriente de Vallenar . Se llega desde esta última ciudad, bordeando el rio "Huasco" y su afluente “El Carmen”, ríos de escasas aguas, pero que llenan de vida la zona. Se accede por un camino pavimentado, en buen estado, sinuoso y con una vegetación que va cambiando a medida que se sube y se interna en dirección a la cordillera, dejando atrás el embalse "Santa Juana" . Al acercarse al pueblo, el valle se angosta y las laderas de los cerros aparecen tapizados por las vides.

Al igual que otros valles del norte, las cumbres se aprietan al acercarse a su origen y se tragan el valle bajo un cielo traslúcido. Es ahí cuando la naturaleza transmite mágicamente una sensación de tranquilidad, paz y serenidad que llena el cuerpo y el espíritu, logrando una conexión con la tierra difícil de describir

El pueblito, antiguo y ordenado, mucha construcción en adobe, una plaza bien tenida con altos y añosos árboles, algunos parroquianos circulando por las limpias calles, pocos vehículos y escaso comercio, nada de ruido. Poco más allá, las oficinas de una importante empresa minera se destaca en este pueblo tranquilo y alejado hasta hace poco del ajetreo que conlleva el desarrollo económico.

Era tarde, el sol se ocultaba cubriendo con su luz rojiza las laderas de los cerros que resguardan el poblado, aumentando la sensación de estar en un mundo desconocido, a veces irreal e incomprensible muchas veces para nuestro pensamiento citadino.

Mientras nos tomábamos un café en el único local al lado de la plaza, una mezcla de fuente de soda, salón de eventos, restaurant y salón de Té, la dueña nos indica donde comprar artículos típicos de la zona. Atravesamos la calle y llegamos a una construcción de color rojo. La puerta de madera se encontraba abierta y a su alrededor, hacia la calle en sobre relieve, figuras de colores que nos recordaron a Gaudí . Lo mismo nos ocurrió cuando observamos el piso, una vez traspasado el acceso principal. Una figura de un pez nos trasladó al parque Güell de Barcelona .

Tocamos, pero nadie contestó. Entramos por el corredor oscuro en dirección al fondo iluminado. Al final, un grupo de amigos departían alegremente la preparación de un asado de cerdo con el dueño de casa. El, un hombre de mediana edad, moreno, más bien bajo, nos indicó que no estaban atendiendo en ese momento. Amablemente nos acompañó hacia la salida dando las escusas de rigor. En el trayecto de 15 pasos nos demoramos más de una hora para llegar a la puerta de calle y despedirnos.

En el pasillo nos contó parte de su vida. Heredero de la cultura diaguita , originaria de esa zona, había estudiado arte y trabajado en París y Barcelona hasta que sus raíces lo habían devuelto a su tierra de atacama . Buscando, encontramos que teníamos conocidos comunes, casi amigos, lo cual nos acercó mucho más e hizo que se alargara la conversación.
Hoy, dedicado a la orfebrería, a la defensa del valle y a la producción de licor, este amigo nos dejó invitado a su casa en lo alto de la montaña. Como nos dijo, pocas comodidades pero un corazón grande para recibirnos cuando quisiéramos.
Agradecemos la hospitalidad que recibimos y habiéndole comprado toda la producción que disponía del mejor pajarete , bajo un cielo estrellado, regresamos al Parque Nacional Llanos de Challe.



Algún día volveremos a visitar a nuestros amigos de “Alto del Carmen”.

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Muy ameno el relato; me dejé llevar hasta el final; dale, sigue escribiendo que tienes buena mano.
Saludos