viernes, junio 05, 2009

Lobos al acecho

Slagsmålsklubben - Sponsored by destiny from Tomas Nilsson on Vimeo.

Tomas Nilsson, un estudiante sueco de diseño gráfico y comunicaciones, le tocó analizar para su escuela el antiguo cuento de la Caperucita Roja. El resultado de ese análisis es notable y se muestra en el video anterior. He elegido ocupar este trabajo por la moraleja del cuento y así poder ilustrar lo que pasa con las tecnologías, los peligros existentes y los cuidados que debemos tener.

Cuando era muy niño, mis padres, al igual que muchos padres de esa época, nos indicaban y reforzaban permanentemente la instrucción de no hablar con desconocidos, no abrir la puerta a personas extrañas, y en caso que estuviéramos perdidos, recurrir a un policía. De esta manera, a los cinco años era mi obligación conocer donde vivía, la dirección de la casa y los nombres de mis padres. Una vez que llegó el teléfono, fue necesario que todos los hermanos conociéramos su número y debíamos recitarlo frente a ellos. Estos simples consejos quedaron grabados en lo más profundo de nuestras memorias. Sin embargo, nuestro mundo cambió radicalmente de una generación a otra y esta enseñanza tan básica y útil se nos olvidó traspasarla a nuestros hijos.

La semana pasada vi un programa de televisión en donde una periodista se hacía pasar por una niña de 13 años y comenzaba a chatear a través de un portal público en Internet. De acuerdo al reportaje, en forma muy rápida la contactaron individuos para conversar. Estas personas, todos hombres adultos, una vez lograda cierta cercanía con la supuesta niña, rápidamente mostraban sus verdaderas intenciones, todas ellas de tipo exhibicionista o invitaciones abiertamente sexuales. Es decir, se trataba de pedófilos a distancia.

En otra parte del programa se mostraba un grupo de padres, en donde reconocían abiertamente que no sabían lo que era un chat, que nunca habían interactuado con un computador o utilizado Internet. Estamos hablando nuevamente de una tremenda brecha digital, donde los padres no saben, no se enteran y no son capaces de visualizar lo que hacen sus hijos en Internet. En definitiva, no pueden inculcar que no hablen con desconocidos, porque simplemente no saben o no se imaginan que existan desconocidos en la red.

Para redondear el cuadro, la legislación tampoco ayuda mucho. Mientras en otros países, estas conductas son penadas drásticamente, en nuestro país no constituyen delito mientras no se consume el hecho y sea detectado en forma flagrante.

En definitiva, tenemos los elementos básicos para que se produzcan estas situaciones, padres desinformados, niños no advertidos, legislación atrasada y personas enfermas buscando víctimas menores de edad.

Al día siguiente aproveché de sacar el tema con mis hijos y lo peligroso de abrir la puerta, ya sea real o virtual, o entablar conversaciones con desconocidos. Aceptar a cualquier persona en su Facebook, es abrir parte de la intimidad, y estos personajes que buscan en internet se aprovechan de estas debilidades. En mi caso, yo conversé el asunto. Espero que otros padres también hayan aprovechado la ocasión.

Reconociendo este problema, una importante corporación de Software, en conjunto con la PDI (Policía de Investigaciones de Chile), tiene un programa de instrucción para padres. Los colegios que se interesan, los invitan y ellos acuden a mostrar que hacen o pueden hacer los niños, que ven y cuáles son los peligros que se enfrentan los adolescentes día a día en Internet. Creo que es una muy buena iniciativa pública-privada para prevenir actos que pueden afectar a nuestros niños.

Ya hemos puesto vallas, cercos, alarmas y rejas en nuestras casas, hemos contratado seguros de robo y servicios de vigilancia, compramos armas para defendernos y nos hemos encerrado en condominios con guardias y cercos eléctricos, pero nada de esto sirve, ya que no estamos cuidando lo más importante que tenemos, la inocencia y la salud mental de nuestros hijos. Hoy los delincuentes están entrando por las puertas virtuales que tenemos abiertas de par en par, se están metiendo por las ventanas y lo peor de todo es que no tenemos conciencia de esta realidad.

Espero que al igual que en los cuentos infantiles donde existen lobos, nuestros hijos salgan fortalecidos y podamos enjaular a aquellos que quieren hacer daño. Pero para eso necesitamos al menos tomar conciencia de la existencia del problema, advertir a nuestros hijos y ojalá que los legisladores nos presten una ayuda en esto.

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