lunes, junio 01, 2009

Gran Hermano

Desde hace algunos días, anda circulando en diarios y televisión una noticia que a mí en particular me inquieta sobremanera, ya que veo que se sigue materializando una realidad que califico de perversa y que se encuentra ilustrada en algunas novelas de ciencia ficción, como es el caso de 1984 (The Last Man in Europe) de George Orwell, publicada en el año 1949.

Específicamente, me refiero al manejo centralizado de información de personas, ya sea por organismos públicos o privados. Ejemplo de esto, y con la escusa de poder atender de mejor manera a los clientes, últimamente hemos visto cierta colaboración y entrega de información entre instituciones que administran seguros de salud y algunas cadenas de farmacias.

El manejo de la información es altamente sensible y mientras esta se mantenga bajo una modalidad de compartimiento estanco o secreto estadístico, podremos estar “relativamente seguros”.

Sin embargo, basta que se rompa esta regla no escrita, para que una entidad pueda establecer un patrón de conducta, un perfil económico, psicológico, social, educacional o clínico de sus clientes. Teniendo los datos correctos, y aplicando técnicas de "data mining", es posible determinar hábitos de consumo y gustos de un conjunto de personas o grupo objetivo, para ofrecer servicios o productos con la intención de vender más y hacer más rentables las empresas.

Hoy día, ya no nos llama la atención que nos ubiquen telefónicamente (a pesar de haber pedido un número privado, sigo recibiendo llamadas publicitarias), que invadan nuestras casillas de correo electrónico o nos bombardeen con panfletos en nuestro propio hogar u oficina. Lo peor de todo, es que estas empresas han cruzado nuestra información de distintas fuentes, han aplicado inteligencia de negocios y algoritmos de segmentación y hemos sido elegidos dentro de esta tómbola como sujetos interesantes para ser impactados en determinada campaña publicitaria.

Para facilitar esta situación, los que vivimos en este país tenemos un número único que nos asignan cuando nacemos y que nos acompañará por el resto de nuestros días. Este número intocable e invariable se encuentra asociado a nuestra ficha dactiloscópica (estamos todos fichados), a nuestros datos de nacimiento o matrimonio, fotografía, impuestos, salidas del país, datos bancarios, penales, comerciales,compras en supermercados o tiendas por departamentos, fichas clínicas, farmacias, tránsito, estudios varios y a todo otro acto que hagamos dentro de nuestra quehacer cotidiano. Para completar el panorama, probablemente en un futuro no muy lejano, la autoridad tendrá también nuestros datos en el banco de ADN. Hoy día, basta con ocupar este número único (llave) y a través de él, centralizar la información para obtener una completa descripción de cada uno de nosotros. Es tan importante esta clave, que si no la conocemos, simplemente no existimos.

Un segundo elemento que complica más todo esto, es la legislación existente. Tanto la ley 19.628 sobre delitos informáticos del año 1993, como la Ley 19.628 del año 2002, sobre protección de datos personales, ya están obsoletas, básicamente por el avance de la tecnología en los últimos 15 años. Por lo tanto, este punto contribuye a ahondar más el problema y generar una profunda asimetría de información entre el ciudadano y las empresas (y sus bases de datos).

Un último elemento catalizador de esta mezcla, es nuestro desconocimiento general de las tecnologías de la información existentes, nuestra completa despreocupación al entregar datos personales, así como la incapacidad para exigir que se respeten los derechos individuales.

Mientras existan estos vacíos legales y aumente la calidad y cantidad de bases de datos no reguladas, estaremos expuestos a seguir recibiendo cerros de publicidad, cientos de email o spam todos los días, créditos preaprobados, promocionesy ofertas y probablemente algunos serán discriminados sin saberlo, porque tienen una nota roja en un sistema de scoring definido por alguien en alguna parte.

Ojalá no sea tarde para controlar a este gran hermano que hemos creado durante todos estos años, lejos del concepto de fraternidad y podamos salir del determinismo y tender al libre arbitrio.

No hay comentarios.: