miércoles, mayo 13, 2009

Libros

Debo reconocer que desde muy pequeño, la lectura me atrajo como un imán atrae al hierro. Dicha pasión me ha acompañado durante todos estos años. Cuando éramos niños y regresábamos del colegio, nos peleábamos con mis hermanos el diario antes del almuerzo. En las largas vacaciones de verano, normalmente destinaba un buen tiempo a leer o releer los innumerables libros que estaban en la biblioteca de la casa paterna. A los 13 o 14 años había leído los clásicos rusos, las novelas francesas y latinoamericanas, historia, arqueología, filosofía, ciencias, hasta los fundamentos del Aprismo de Raúl Haya de la Torre (debo reconocer que a los 13 años, de este último libro no alcance a pasar de la página 100).
No es que sea un comprador y lector compulsivo, dado que no tengo el dinero y el tiempo suficiente para dedicarme con la intensidad que a mí me gustaría. Sin embargo, cuando puedo o veo alguna oportunidad, me compro un libro. No falto a las ferias o a los locales de libros usados de la calle San Diego. Pasa lo mismo cuando me arranco a Buenos Aires y me pierdo en la Librería El Ateneo, considerada una de las más hermosas del mundo, o recorro a pie algunos boliches de la avenida Corrientes.
Pero la lectura no es sólo abrir un libro y leerlo. Es mucho más. Está el entorno adecuado, la comodidad de un buen sillón, la temperatura ambiente, ojalá una música suave en un segundo plano, que lentamente comienza a desaparecer al involucrarse con el contenido, una luz cálida, el olor de sus hojas, que varía de acuerdo a su antigüedad, así como el placer de sentir entre las manos el empaste, poder acariciar el papel y escuchar el sonido que se produce cuando se gira suavemente con los dedos sus páginas. Probablemente, estamos hablando de un rito de seducción asociado a la lectura y al libro. Algo similar, supongo, debe ocurrir con esas personas que gozan un buen habano Montecristo de "Vuelta Abajo", donde se dice está el mejor tabaco del mundo.
Sin embargo, debo ser pragmático y creo que el libro, esto que considero un placer de toda una vida, lamentablemente se encuentra en una etapa terminal. No me arriesgo a predecir en cuanto tiempo más será sustituido masivamente por la tecnología de los e-books, ya sea por el kindle, el Ipod o algún otro artefacto, pero tengo seguro que la forma como nos enfrentaremos a la lectura cambiará. El proceso ha sido lento, pero pasará igual a lo que ocurrió con la fotografía, donde cadenas de venta y revelado cerraron sus puertas para no regresar. También está cambiando el negocio del arriendo de películas con la tecnología PPV o televisión IP. La música y el negocio discográfico variaron completamente en menos de un lustro. Ya existe controversia sobre los periódicos digitales y el problema que esto está produciendo a la prensa tradicional, y qué decir de las radios y canales de televisión a través de Internet. Al libro, como lo conocemos, ya le llegará su turno. Es cosa de tiempo.
Ejemplo de este lento avance lo podemos ver en la biblioteca digital de la Unesco , la biblioteca Cervantes, nuestra Biblioteca Nacional y tantas otras, además de los portales de los diarios en Internet. Otra variante está en sitios donde se pueden bajar libros narrados para escuchar a través de un MP3. Sin embargo, los cambios más drásticos comenzarán dentro de los próximos 10 años, cuando las nuevas generaciones, aquellas verdaderas herederas del internet salgan a la luz pública y comiencen su deambular por el sector productivo. Es ahí, probablemente cuando la imprenta será sustituida en forma masiva por otros medios, ya sea visuales o auditivos como ya está ocurriendo en la actualidad.

¿Después de 600 años, serán los e-books los herederos de Gutemberg?

En el intertanto y a la espera que este acontecimiento se demore la más posible, ojalá la autoridad elimine definitivamente el IVA al libro.

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Alejandro: no conocía tu veta lectora; empiezo a entender esta facilidad de relatar que tienes. Te voy conociendo. Sugiero poner links a los artefactos que nombras como máquinas de leer; mucha gente no sabe que son.
Me gsutó lo que dijo Seth Godin acerca de las comunidades de lectores de un mismo libro que máquinas como el Kindle podrán movilzar.
No, la gente seguirá leyendo, leyendo más incluso, no necesariamente libros en papel, motivados por participar en la conversación del libro leído que tu sabes le da gran riqueza al proceso de leer.
Saludos